Ahora bien, el análisis que hemos proporcionado anteriormente en nuestra reflexión de la primera parte de este artículo, puede resultar un método que puede ser eficaz para que ese sentimiento de soledad que parece tan áspero a nuestro ser desaparezca con el simple hecho de cortar su hilo con el pensamiento. Este proceso puede ayudarnos a sobrellevarlo en circunstancias concretas. Sin embargo, para aplacarlo completamente negarlo no es una opción. Porque sería reprimir algo que acontece en nuestro interior queramos o no y lo único que podemos conseguir de ese modo, como mucho, como diría Jung, sería enterrarlo en nuestro subconsciente para que aflore cuando lo pudiéramos afrontar en esta u otras vidas, lo cual significa más tiempo sin resolverlo4. Y algunos de nosotros creemos que ya hemos perdido demasiado tiempo en banalidades como para en esta vida no acumular más cosas por gestionar al menos conscientemente. Esto es, no crear más Karma extra en la medida que nos sea posible.
En general no se debe intentar reprimir o esconder cualquier sentimiento negativo, porque tiene el mismo efecto anteriormente citado. Si no se entiende o terminan enterrados en nuestro interior o como poco, se repiten sin cesar con el consiguiente desequilibrio que inducen para nosotros y nuestro entorno. Estamos inexorablemente unidos a nuestros sentimientos tanto los que nos agradan como los que nos repelen. Y tenemos que sentir y sentir profundamente cada una de nuestras experiencias en la vida cualquiera que sea con sus sentimientos y por extensión, con las emociones y los pensamientos que ello implique. Los Upanishads vedantinos, como explica el profesor José Carlos Fernández Romero, expresan esta idea afirmando que la vida es precisamente como se supera la muerte. Es decir, nos enseña que los sentimientos al ser nuestros inseparables compañeros de viaje sentirlos con quejas, con reproches, con miedos… es en cierto sentido, como estar muerto en vida, porque no estamos decantando el elixir que realmente nos brindan. En cambio, sintiéndolos en su plenitud es la única forma de saborear su verdadero sentido. Y éste consiste en poder aprender de nuestras experiencias plenamente. Bebiendo profundamente este mensaje es como paulatinamente comienza a aflorar en nosotros la verdad o conocimiento verdadero. Es cuando hay una apertura en nuestra facultad de “cognición”5. Según nos expone Sri Ram hay que diferenciar entre el acto de “pensar”, que es aquel que meramente acumula datos y los ordena. Y el acto de “conocer”, es decir, estar en disposición de transmutar lo que aprendemos mediante nuestras percepciones del mundo físico-mental a un ámbito espiritual. Ahora bien, este acto de “conocer” lo que las experiencias nos quieran enseñar se debe desarrollar en paralelo a un cultivo adecuado de nuestro yo interior. Cuando ambos elementos experiencias sintetizadas y desarrollo del arte67 crecen juntos, se ensancha nuestra conciencia y afinamos nuestras sensibilidades. Lo mostramos.
- Nuestro sentido del tacto, se torna más excelso en nuestra relación más receptiva hacía lo que nos rodea mediante un estar en contacto sincero y honesto con personas o cosas desde lo físico, pasando por lo mental hasta llegar a lo espiritual.
- Nuestro sentido del gusto, aporta un grado superior en sentido de mesura, de proporción en pintura, música, literatura… al comenzar a saborear íntimamente los símbolos de belleza y perfección que se esconden tras ellos.
- El sentido de la vista, se enriquece exquisitamente con la percepción interna de lo visible o invisible con ojos espirituales, con el rayo de intuición nacida de una mente limpia, pura y activa.
- El sentido del olfato, se refina pudiendo llegar a percibir el aroma peculiar que emana de cada persona7, siempre que vayamos desprendiéndonos de los sucios olores causados por bajos deseos y miedos insatisfechos.
- Y por último, nuestro sentido del oído, a nuestro juicio el más etéreo, percibirá vibraciones en frecuencias más bajas en la justa proporción que desciendan sus sentimientos bondadosamente uniéndose al subsuelo común de la humanidad que sufre sin consuelo. Así no solo escuchará sus aisladas y dispares notas musicales, sino que sentirá como propias la inmensidad de ondas variadas que transmiten melódica y armónicamente otros seres vivos, la misma naturaleza y el propio universo.
Con esto, los órganos de los sentidos que se manifiestan en el cuerpo físico tienen su refinamiento, extensión e interrelación más sutil en lo psíquico. No obstante, hay que tener mucho cuidado porque sin un entrenamiento bien guiado, estas habilidades más refinadas también pueden caer en excesos, como una mera fascinación sin mesura o “gula” por los sentidos internos al igual que pudiera pasar en el plano material.
“Los verdaderos conocimientos son los del filósofo quien ve la verdad con los ojos de la intuición”8. Con este noble propósito y confiando que las fuerzas espirituales nos alumbren nuestra propia intuición nos muestra que en el escenario propuesto hasta este momento sobre los sentimientos, las experiencias, los conocimientos y la cultura sabiamente adquiridos y las estimuladas percepciones como fragancias finas sentidas, todo ello, con su parte emocional inseparable, ya podemos posarnos con la mente abierta en el fino manto del fondo de nuestra alma.
Retomamos nuestro solitario sentimiento de soledad que nos hace llorar desconsoladamente. Se encuentra en la superficie de nuestro ego personal. Y como hemos explicado más arriba, el mecanismo propuesto nos puede aliviar en situaciones concretas. Pero en general, el sentimiento de soledad no puede desaparecer negándolo o reprimiéndolo. Lo adormilamos no prestándole en ocasiones atención. Pues bien, en lo más hondo de nosotros mismos encontramos que si se desvanece su encantamiento. Porque el conocimiento íntimo expuesto lo transmuta9 en un sentimiento mayor de pura tristeza. Se convierte en la tristeza de la humanidad, en un eterno sufrir por desconocer el porqué de su existencia. Sin embargo, ella no está sola sino que reposa en su lecho junto el Amor puro de nuestros corazones. El Amor que todos nosotros poseemos en comunión interna con todo los que nos rodea, aunque para la mayoría de nosotros aún permanece oculto.
Por tanto, los dos sentimientos esenciales que habitan en nuestra alma son la Tristeza inmensa y el Amor Puro. Ellos, para aquellas personas con las capacidades más sutiles debidamente desarrolladas10, acontecen horizontalmente en el mundo manifestado no como opuestos, sino como complementarios. No hay que separarlos, no hay que diluirlos, viven el uno para el otro, como el Sol y la Luna en el espacio. Aunque simultáneamente, la naturaleza de ambos desde una percepción espiritual vertical se integra en Felicidad pura. Son los Amados que yacen en una unión perfecta, eterna y divina11. Con más fineza, cuando nuestros ojos intuitivos los conciben de este modo, es cuando se crea la oportunidad para elevarnos hacia lo que realmente importa. En la tierra soleada, es una siembra que en primavera bellamente florece. En el cielo nocturno, es un cometa radiante que vuela veloz para revelar un mensaje celeste. Sin falsos apoyos, con una base divina12. Porque es un cambio de perspectiva. Alonso Quijano se convierte en Don Quijote de la Mancha. Un rumbo que gira radicalmente 180 grados. Una mente impregnada de intuición divina y un corazón heroico que claman una gran aventura.
En la media que podamos vislumbrar sincrónica e inmanentemente estos dos aspectos de la misma Realidad como sentimiento de Felicidad y de Amor-Tristeza en nuestra alma en algún grado, va a actuar como motor que incita a vencer nuestras innumerables pruebas. En definitiva, con esta Felicidad pura encontrada tras este discurrir íntimo y sólo desde ella, es cómo podemos discernir cuidadosamente los entresijos más enredados de nuestra existencia, un mundo realmente opaco por desvelar en nuestro interior. “Busquemos, sí, la felicidad, el natural contento, que es donde Dios se mira como en un espejo, pero más aquella felicidad que permite que la semilla se convierta en árbol, aquel contento que no excluye ni el placer ni el dolor, la alegría ni la tristeza, y que naturalmente, de la mano, nos lleva hasta lo alto de nuestra Montaña Interior, subiendo peldaños en esa escalera de y hacia la infinita Felicidad”13.
Tenemos que rescatar nuestra alma de la torre donde se halla encerrada para poder advertir el aroma a héroe que constantemente se evapora del latir de nuestro corazón. El cual nos llama con valentía y coraje hacia el destino que realmente importa, aquel que se colma a sí mismo14. Uno donde nos ayudemos a despertar espiritualmente. Consagrar la vida a acercarnos a esa puerta divina. Y descubrir por nosotros mismos cómo liberar esa luz de Pura Felicidad y su forma al servicio hacia los otros15.
MAF
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[4] Para profundizar cómo los occidentales tenemos una parte del subconsciente denominado por Jung “subconsciente personal” mucho más inflado que los orientales y su relación con otros temas de interés como arquetipos universales y un camino hacia nuestro progreso común entre ambos pensamientos aconsejamos el video del profesor Juan Manuel Faramiñán Férnandez-Fígares de Jung y Oriente: https://www.youtube.com/watch?v=xRXkmHlFETY
[5] El interés humano, 152.
[6] “Arte” en sentido amplio en sus múltiples facetas de música, pintura, literatura… y relacionado esencialmente con la filosofía, la reflexión sobre la esencia de las cosas.
[7] Cada uno de nosotros producimos una fragancia particular. El interés humano, 137.
[8] El interés humano, 101.
[9] En el sentido de acto de “conocer” anteriormente expuesto es decir, acto no racional, sino que aprehende del plano físico-mental y se transfiere al ámbito espiritual.
[10] Es decir, aquellos que son capaces de ver la raíz primordial unitaria, inmanente y trascendente en la dualidad manifestada. El interés humano, 28.
[11] Imaginamos el corazón de Buddha o Cristo sintiendo y percibiendo en su grado más excelso esta naturaleza dual de Tristeza inmensa y Amor Puro desde la Felicidad Pura.
[12] La idea que hemos reflejado en esas líneas en palabras de Sri. Ram es que cuando un hombre recibe la sabiduría en su corazón renace espiritualmente con una nueva visión que gradualmente incluye todo el cielo y la tierra. El interés humano, 111.
[13] Si bien nosotros con esta reflexión abrimos la puerta hacia la Felicidad genuina como sentimiento esencial que impulsa al corazón del hombre heroico a llenar su vida con una vocación espiritual en servicio hacia otros hombres, el artículo del profesor José Carlos Fernández Romero, que recomendamos su lectura, “La Felicidad del Filósofo, la Felicidad del Discípulo”, se adentra en ella desvelando desde varias veredas el propio misterio de su gran despertar desde la esencial relación entre Maestro-Discípulo. https://josecarlosfernandezromero.com/2014/06/20/la-felicidad-del-filosofo-la-felicidad-del-discipulo/
[14] “Colmarse” en sentido de que cuando una forma se vuelve verdaderamente perfecta o bella, es cuando ayuda a la vida a manifestar su naturaleza. Su propósito se llena, porque alcanza la belleza perfecta de pensamiento y de acción. “Se completa y realiza uno mismo”. El interés humano, 154. Un hombre que da su vida en ayudar a otros para despertar sus conciencias del sufrimiento de vivir en la ignorancia de conocer lo verdaderamente Real, entendemos que es una realización completa en sí misma.
[15] El interés humano, 51.