Nos viene aquí el concepto “apertura”, nos sentimos totalmente afín a nuestro modo de sentir en esta etapa de nuestra vida. Vemos la imagen dinámica de un gran libro antiguo y desgastado, de cierto grosor, abierto por la mitad, del cual salen armónicamente palabras de diferentes colores y tamaños, cada una hacia una dirección determinada y con velocidades distintas. Pero nuestra atención no se centra en esas palabras brotando, ni en esa imagen movida, sino más bien en el origen de su emanación.
El origen es blanco, vacío. Ya no nos sentimos inseguros en este espacio, ni nos crea duda. Por el contrario, nos sentimos en casa. No queremos que nuestra mente lo analice, porque así es como lo perdemos. En la apertura percibimos ser sin ser ente. Fluir sin pausa. No obstante, esa energía o vibración ¿es nuestra? …¿Quién somos? …
No somos el cuerpo, porque el cuerpo cambia, y vemos ese cambio. Es un hecho constatado científicamente, que cada siete años aproximadamente no queda ni una célula del cuerpo que no esté reemplazada1. Sin embargo, hay un YO siendo, impregnado en el ahora, de forma continua. Vemos desde nuestro interior cada cambio que acontece en el exterior. Aquí volvemos a nuestras indagaciones sobre los mecanismos de los pensamientos que clasificamos como autómatas, impropios y filosóficos. Recordemos.
Los primeros son los pensamientos autómatas. Ellos son necesarios, sin lugar a dudas, para la supervivencia. Su naturaleza consiste en ir y venir sin ni siquiera ser nosotros mismos quien los produce. Tienen vida propia, una vida independiente. Son autosuficientes. Viven, crecen, se reproducen y mueren por sí mismos. Los pensamientos se buscan y se relacionan entre ellos… se recuerdan o inventan problemas… y también encuentran soluciones.
Los pensamientos impropios ya hemos investigado y comprendido que son innecesarios. Son pensamientos que se retroalimentan para su supervivencia. Nos enseñan imágenes de experiencias pasadas, fantasean con futuras y si nosotros les hacemos caso, el cuerpo constantemente los rememora en el presente unidos a sensaciones físicas variadas. Así se nutren.
Ahora bien, algo nuevo que diseccionar. Estos pensamientos, en ocasiones, se apresuran a acotar detalles insignificantes que se producen en la vida para demostrar, con su sensación correspondiente de orgullo o satisfacción producidas en el ahora por el cuerpo, lo hábiles que son. Nos reclaman para que los reafirmemos. Pero hay que tener mucho cuidado, porque en realidad son enormemente perjudiciales.
No necesitamos satisfacer o aumentar la magnitud de nuestro ego personal creyéndonos más listos, más guapos, más audaces, a través de sus mensajes. Esa la forma más fácil para que en nuestro camino de avance genuino retrocedamos a la primera casilla; como cuando en el juego de la oca caemos en la casilla de la muerte, con todo lo que ya se había avanzado.
Este es otro motivo importante por lo que hay que desterrarlos. Y atención como explicamos, sin reprimirlos.
Hay que contemplarlos tal cual es su naturaleza como un mar de imperdibles perdidos. Sencillamente porque en un horizonte con un rumbo apropiado hacia la verdad de las cosas, esto es, más genuino y sutil, éstos no se dirigen a ningún puerto conocido o apropiado. Navegan a sus anchas y nos intentan convencer erróneamente de que ellos somos nosotros mismos.
Es importante dar ya por sentado que quieren encontrar nuestra complicidad sin rendición. Y no podemos caer en sus redes.
Con todo, en esta exposición aparece de nuevo ante nosotros este pensamiento: - Entonces, ¿para qué sirve la “apertura”? Este pensamiento es autómata. Utilitarista. Solo quiere escoger lo que le sirve para sobrevivir. No obstante, nosotros no nos quedamos en ese nivel, porque no necesitamos conocer la utilidad de la “apertura” o ser velado en lo cotidiano.
Si, el concepto “apertura” nos lleva directamente a reflexionar internamente con nuestros pensamientos filosóficos2, que nos indican que tiene un modo de ser que atrae a lo intuitivamente espontáneo y profundo.
"Apertura" no es palabra, no es imagen, es sonido: el cual, nos ha zambullido en nosotros mismos. Se desvela como un movimiento limpio y puro que vibra con cierta intensidad en nuestro interior.
La apertura desvela por fin su ser más íntimo en un fondo de agua, es un sonido que vibra creando seres virginales, fenómenos sin maquillar, para que viajen rumbo al existir. Esta sonoridad, en su delicado trayecto al mundo de vigilia, se viste de imágenes y tras ellas, se adorna con palabras. Palabras teñidas con diferentes colores, tamaños y ritmos, como las de aquel libro antiguo que se destapó al comienzo de nuestra reflexión. Silencio, sonido, imagen, palabra… así ascienden los seres virginales hacia el existir vistiéndose con velos y adquiriendo paulatinamente más densidad para ser percibidos por nuestros sentidos en el mundo manifestado.
MAF
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[1] Para más información sobre cómo el 98% de los átomos del cuerpo se regeneran recomendamos el artículo "¿Cómo se regenera el cuerpo? de la revista Muy Interesante: https://www.muyinteresante.com.mx/preguntas-y-respuestas/se-regenera-cuerpo/
[2] Los pensamientos filosóficos son aquellos que concebimos en esta reflexión con una mente medianamente cristalina y libre capaz de percibir en el mar de lo desconocido ciertas intuiciones que en su travesía asciendan de lo más ideal para poder llegar a materializarse.