INDICE
1. Primer ejercicio mental – ángeles
1.1.Clasificación de los pensamientos: autómatas, impropios y filosóficos y analogía con un Feudo de la Edad Media.
A. Distinción entre “fantasear” e “Imaginar”
B. Necesidad de desterrar los pensamientos impropios
C. El papel de los pensamientos impropios en nuestro Feudo
D. Relación de nuestros pensamientos con el primer ejercicio mental
1.1.Clasificación de los pensamientos: autómatas, impropios y filosóficos. Analogía con un Feudo de la Edad Media.
Para poder entender mejor la acción liberadora y amplitud sensitiva del ejercicio propuesto, vamos a deshilvanar más detalladamente la naturaleza de nuestros pensamientos. Éstos tienen diferentes funciones y algunos de ellos poseen grados calidad. Su clasificación puede verse de este modo. Primero, están los pensamientos autómatas. Son los que necesitamos para vivir en el día a día. Son casi automáticos (de ahí su nombre), por no decir totalmente. Son los que se manejan hábilmente cotidianamente. Inventan soluciones rápidas a hechos concretos, buscan respuestas a lo que se les pregunta... Aprenden ágilmente para sobrevivir cómodamente. Se regeneran fácilmente y buscan la utilidad de las cosas para su propio beneficio. Crean su propia área de confort en la que se instalan y procuran que estemos con ellos el mayor tiempo posible. Aunque parezca que somos nosotros los que hacemos ese esfuerzo mental, en realidad, ellos mismos lo sobrellevan. No hace falta ayudarles, lo podemos comprobar. Van solos. Es más, incluso se conducen mejor sin nuestra intención de pretender ser nosotros quien decidimos sobre ellos. Son autosuficientes.
Se puede establecer la siguiente analogía con los Feudos de la Edad Media. En un feudo, todo lo que necesitaban para vivir, mantener sus castillos y alrededores lo hacían los siervos. Ellos obtenían los alimentos, productos o herramientas que necesitaban de lo que cultivaban, fabricaban o construían. Los nobles no se encargaban de estas cuestiones rutinarias. Y tampoco tenían que decirles a los siervos cómo hacer su trabajo, porque ellos lo conocían mucho mejor dada su práctica diaria. En este sentido eran independientes y autónomos. Ahora bien, los nobles por su parte, los resguardaban de las posibles invasiones de pueblos extranjeros. Se necesitaban mutuamente para vivir, sí, pero cada uno tenía un rol y parcela distinta de existencia. Con esto, los siervos son nuestros pensamientos autómatas necesarios e independientes en la subsistencia del cuerpo (trabajo físico) y los nobles, podemos vernos siendo nosotros como observadores-protectores desde otro plano que enseguida vamos a ver.
Los segundos, son los pensamientos impropios. Estos rememoran experiencias pasadas para bien o para mal, lo cual implica causarnos dolor o “felicidad”. Ahora bien, si la "felicidad" se analiza con más detenimiento en realidad nos damos cuenta de que es otro modo de dolor, y no caemos en ello si no nos fijamos bien. Este tipo de felicidad que estamos analizando es dolor por dos motivos. El primero y esencial es que la felicidad por su propia naturaleza no es un estado continuo. Viene y va como las olas del mar. Entonces difícilmente puede estar permanentemente con nosotros. Por ello, causa dolor desear retenerla y no poder. Y el segundo motivo, es que la felicidad cuando ya ha pasado para volverla a obtener, no se puede copiar exactamente igual que como si pudiéramos imprimirla en una fotocopiadora. Lo cual, también genera la desdicha de que a pesar de que vuelve aparecer ese sentimiento de felicidad, le falta algo, porque no es justamente como la recordábamos.
A. Distinción entre “fantasear” e “Imaginar”
Ahora para continuar es el momento de distinguir entre “fantasear” e “Imaginar”. Ésta última viene de la mano de la intuición. Facultad anterior a la propia razón, o a veces incluso llamada “razón pura”2. Ella usa el vehículo de la imaginación para traer al mundo destellos de lo que aún no conocemos. En cambio, “fantasear” es el concepto propio de los pensamientos impropios. Implica la acción mental de anticipar desde un entretejido inherente de deseos y/o miedos de lo que uno cree que puede suceder en función de experiencias pasadas. Son una base de intrigas ilusorias que en la mayoría de casos cuando suceden los hechos de facto ni siquiera se parecen ni a un 20% a lo que luego pasa realmente. En pocas ocasiones coincide. Se puede constatar con la propia experiencia. La naturaleza de estos pensamientos del pasado o de futuro, que seguiremos analizando, se nutren de intentar apresar nuestra atención gracias a las sensaciones que nos producen y así vivir en el presente. Ellos no consideran si nos están haciendo daño o dando placer. Su único fin, como se ha dicho, es sentir que están en el presente con nosotros, porque así crecen en magnitud y poder.
Por último, están los pensamientos filosóficos. Los pensamientos autómatas e impropios tienen un carácter meramente cuantitativo. Sin embargo, los filosóficos son cualitativos. Estos últimos pensamientos tienen grados, pero en esencia, incluso el grado más inferior tiene calidad, a diferencia de los dos anteriores.
Los pensamientos filosóficos nos ayudan a investigar, estudiar, a aprender cómo son las cosas, las personas, como somos nosotros mismos, a relacionarnos con la naturaleza, con todo los que nos rodea, a empatizar. Son los que nos hacen reflexionar sobre multitud de cuestiones que se nos presentan en la vida y nos instan a la crítica de-constructiva3 para crear nuestra perspectiva desde unos cimientos naturalmente genuinos. Hay que ejercitar estos pensamientos de igual manera que ejercitamos los músculos del cuerpo en el gimnasio. Y no es sólo para que éstos no se atrofien, sino porque también son los que nos llevan a evolucionar en el sentido más íntimo de su significado.
En la misma proporción en que re-creamos nuestro mundo mental con formas cada vez más destiladas conseguiremos, en esa misma medida, refinar nuestra intuición con el vehículo de la imaginación y conseguir su grado más excelso. En esa unión que toca lo mágico entre lo conocido y lo no conocido, lo consciente e inconsciente, lo terrenal y lo celeste… en esa escala ascendente en espiral, se esbozan más nítidamente los ideales de belleza, amor, justicia… surcar por esos senderos libres, lejanos y profundos es desde donde podemos conocer el verdadero ser de las cosas. Eso sí, siempre en el color original de nuestra propia individualidad.
B. Necesidad de desterrar los pensamientos impropios.
Nos podemos preguntar si realmente son necesarios estos tres tipos de pensamientos para nuestra existencia. Adelantamos, podemos desterrar perfectamente sin temor a dejar nada importante atrás, los segundos, los impropios. Ellos sencillamente entorpecen nuestra visión. Nublan nuestro existir en el ahora. Ellos no sirven para la vida diaria, ya que para ella tenemos los pensamientos autómatas. Estos últimos los necesitamos para vivir el día a día. No obstante, hay que precisar que debemos estar alertas para acotar su área de confort cuando quieran ensanchar sus límites. Pues nos cortarían las alas con sus miedos e inseguridades en nuestro primer y sagrado impulso de ir más allá, de arriesgarnos, de luchar contra corriente, de realizar aventuras, de imaginar imposibles… Afortunadamente sus propósitos son fáciles de detectar y se pueden ir midiendo si nos están apretando demasiado su cinturón de comodidad con un poco de sagacidad y diligencia.
Los pensamientos impropios ni ayudan al pensamiento reflexivo y menos a la excelencia de los mismos, a desvelar conocimientos verdaderos porque, como hemos visto, enturbian la visión del mundo. Tampoco sirven de compañeros de viaje o apoyo de los pensamientos autómatas, porque como también ya hemos discernido y experimentado ese rol lo tienen los pensamientos filosóficos. Éstos son los que salen al auxilio de los autómatas y regalan serenidad cuando se sienten intranquilos. Dan el aliento que necesitan para resistir ante posibles obstáculos o senderos escarpados. Efectivamente, a los autómatas o siervos según nuestra analogía del Feudo, los protegen los nobles que son los pensamientos filosóficos en un ámbito más elevado al de la propia materia.
Por su parte los pensamientos impropios, crean falsas ilusiones, comprimen, bloquean tanto nuestras acciones como nuestro recorrido hacia única vereda que lleva al sendero de los ideales. Los impropios son las malas hierbas que tenemos que limpiar fuera y dentro nuestro castillo. Generan estrés, ansiedad, añoranza, tristeza, enfado, falsas pasiones, reviviendo ilusiones ancladas en experiencia pasadas. Estamos obligados a deshacer su hechizo en esta vida o en las que sean, para que desvanezcan de una vez por todas sin contemplaciones. Es ganas de sufrir en vano. Y no somos masoquistas.
Mediante este discernimiento detenido llegamos a la conclusión de que vivir en el presente sin esas nubes tormentosas de pensamientos impropios, hace posible que los rayos del sol de vida puedan darnos su luz en forma de claridad tanto para reflexionar como para actuar íntegramente. No es una metáfora. Es una imagen real del cielo. Sin nubes los rayos llegan más directos. Actúas con más agilidad y presteza sin tales perturbaciones mentales. Está en nuestras manos y no en las de otros de este mundo o de otro ponerlo en práctica.
C. El papel de los pensamientos impropios en nuestro Feudo.
Nuestros ángeles con el ejercicio que hemos planteado en la vida cotidiana junto a nuestros pensamientos filosóficos nos permiten diluir los pensamientos impropios subiendo tres peldaños. El primero, darnos cuenta de cómo actúan tal y como hemos explicado anteriormente de forma íntima y clara. El segundo, cuando aparecen saber dejarlos ir4 . No es intentar prohibirlos o reprimirlos, esto tendría un efecto búmeran y además el doble de fuerza ya que se asegurarían de contraatacar con toda la artillería posible para no perecer. En nuestro Feudo ellos son precisamente los bárbaros que quieren invadir nuestro castillo. El fatal estampido de sus cañones nos ensordece y su humo ennegrecido nos ciega casi por completo. Nos desorientan y perdemos el rumbo de nuestra existencia. Producen un movimiento de gran distanciamiento con respecto a los pensamientos filosóficos, que son los que nos guían en la noche hacia las estrellas. Por tanto, con ellos atacando, hay noche oscura sin luna. Son muy peligrosos. Hay que verlos y no darles lugar alguno con nuestra atención. Así no pueden apoderarse de nuestro castillo y se caen al foso de los cocodrilos sin remedio posible. Por último, el tercer paso son tres consignas clave:
1: Serenidad dirigida.
2: Práctica atenta continuada.
3: Paciencia y tesón.
D. Relación de nuestros pensamientos con el primer ejercicio mental.
Tras esta previa disertación, volvemos a terminar de enseñar el ejercicio propuesto con nuestros ángeles. En su práctica y compañía tendremos mil y una noches donde reconoceremos no haber percibido del ángel de forma consciente ni un solo segundo del día. Si, ni uno. Ciertamente a pesar de ejercitar un estado de conciencia voluntario en el ahora con estos pensamientos filosóficos reflexivos nos vamos a perder repetidamente en nuestros invasores pensamientos impropios. Otras veces, las que más quizás, vamos a conseguir algo de provecho en el día. Y los pensamientos siervos autómatas, con tal de no malgastar mucha energía en cosas que no son “útiles” para la vida cotidiana, nos van a insinuar discretamente y a veces a gritos, que lo de pensar mucho o prestar tanta atención a algo, desde su perspectiva, es ridículo. No sirve para nada. Si no es tangible, no vale la pena el esfuerzo. Quieren acampar a sus anchas sin riegos ni compromisos En ese preciso momento estamos viendo su naturaleza (como antes veíamos la de los impropios) y solo con esa certeza mental sin palabras, hace que se desinflen y callen. Es posible que continúen un tiempo fijados en la mente. No importa. La indiferencia hacia ellos les resta densidad. Y terminan desapareciendo.
Ahora bien, con este ejercicio también hay otros días, quizás los que menos, en los que nos vamos a sentir en línea con el universo, y nos van a venir variadas experiencias con ese ángel-concepto, que agradecemos con el alma y nos hace sentir plenos. Vamos a reír en silencio. Vamos a soñar despiertos y vamos a vivir un mundo en paralelo con una gama de percepciones muy variadas de ideas, situaciones, imágenes, sentimientos… gracias a su compañía.
Cuando en nuestra rutina ya somos medianamente hábiles en este ejercicio de avance para conocernos a nosotros mismos, gracias a esa relación aún material con nuestros ángeles, podemos dar un verdadero salto pero no lineal, sino cuántico. En este cambio de dimensión los ángeles ya no van aparecer de esa forma más tangible. Ahora se van a mostrar sutilmente a modo de soplo que se impregna en nuestra mente. Esto es así porque el viento de nuestras investigaciones nos da fuertemente en la cara y con ese impulso primero y sagrado de toda la humanidad nos clama avanzar con coraje hacia nuestro destino.
MAF
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(2) Preferimos denominarla “facultad anterior” para que se aprecie con más fuerza que es un estado más originario o anterior a la razón.
(3) La labor de de-construir significa quitar lo ya construido a partir de premisas falsas. Hay que ir al origen de las cosas deshaciendo los pre-juicios establecidos como “verdaderos”, mediante la reflexión íntima de las cosas para poder así ramificar un pensamiento con una raíz limpia y espacio apropiado para su crecimiento.
(4) Utilizamos ese mismo mecanismo de disolución de observarlos sin implicarnos con los deseos. Éstos duelen porque aún no se han alcanzado y siguen doliendo cuando lo hemos conseguido y queremos más.