Bienvenido “Soltar”. Nada más leer tu nombre, instantáneamente, nos haces sentir bien. ¿Qué llevarás contigo, que tu forma de ser no necesita presentaciones para entablar una comunión tan directa y profunda que produce en nosotros esa sensación de bienestar total?
Con el concepto soltar nos relajamos abiertamente. Notamos libertad. Es un estado que nos aleja de ataduras, se aflojan las riendas de la existencia en el simple expirar del aire. Es un momento con intención grata de deshinchamos pausadamente y plenitud penetrante...
Nos encontramos en el espacio en su inmensa oscuridad sin estrellas, sin planetas... sin noche o día…porque aún no han sido creados los opuestos. En ese silencio vacío, un abismo inconmensurable, el “soltar”, de repente expira con un intenso y continuado soplo hasta que no puede dar más. En ese aliento aparece una chispa divina. Ésta salta e íntimamente excitada se lanza a investigar lo no conocido sin límites ni reservas.
En menos de la mitad de una milésima de segundo, su energía lumínica explota como unos magníficos fuegos artificiales y se multiplica en cien mil millones de chispas más. Cada una de ellas, vuela alegremente esbozando círculos concéntricos sobre sí mismas, en magnitudes variadas, según la fuerza intrínseca que poseen.
Aparecen tras de sí, estelas de luz, polvo y viento. Este último, va adquiriendo intensidad en su vuelo celeste y se transforma en un gran vendaval borroso y grisáceo. El cuál, en su rápido recorrido en espiral, se calienta. Y se convierte en gas. Los gases, con ritmo exaltado, bailaban sin fin con el polvo de las aventureras chispas de luz resplandeciente. Es precisamente en este juego de danza del espacio interestelar, donde empiezan a formarse pequeñas esferas etéreas, que poco a poco van corporizándose en materia y mostrándose, en la medida que van creciendo en volumen, densidad y conciencia hasta convertirse en enormes galaxias, relucientes estrellas, sugerentes planetas, intrépidos cometas o fugaces meteoritos… Cada uno de ellos, irá desenvolviéndose según unas genuinas y concretas cualidades que traen contenidas en su nacer de forma latente…
Ahora acontece el Universo, con todos sus sublimes cuerpos celestes, el mundo con sus opuestos, nuestro planeta tierra con su día y su noche, los elementos tierra, agua, fuego, aire.... Espléndidos paisajes de inmensos mares azules, claras y oscuras rocas escarpadas, árboles y una exuberante vegetación con diferentes tonos de verdes y amarillos, multitud de intrépidos peces, exóticos anfibios, coloridas aves, mamíferos más pequeños, otros más grandes… y la Humanidad.
El hombre, con un complejo sistema para respirar, otro para nutrirse, para reproducirse, para bombear su sangre, una estructura ósea para sostener el cuerpo y proteger los eficaces órganos vitales, las pequeñas células organizadas para cumplir diversas y especializadas funciones, las diminutas moléculas, los invisibles átomos, su núcleo: partículas subatómicas: los protones con cargas eléctricas positivas, los electrones con cargas eléctricas negativas, los neutrones carentes de carga.
Partículas elementales, los quarks y más allá aún, minúsculos filamentos que navegan en el inmenso espacio interatómico… y aquí, si atendemos bien… suena cierta música, una sinfonía de vibraciones que viajan en ese espacio imperceptible a nuestros sentidos, ya no hay demarcación posible entre lo interestelar y lo interatómico. En él (el espacio), van confluyendo los sonidos de cada una de las notas que provienen de la las variadas y de distintas densidades manifestaciones de los seres creados. Todas esas vibraciones en sus coreografías aéreas y en ocasiones, con bailes ausentes de acompañantes a su vera. En el mundo de la manifestación aún no expresan su mejor entonación, sin embargo resuenan al unísono en un mismo viaje.
Con esta escena visual y sonora, tan sumamente rica e inconmensurable de energía, éter, materia, vibraciones e inteligencia te vemos soltar. Aparece tu ser desvelado: Portal y acto de amor que derrama la chispa de la creación. A un tiempo, portal, donde aparece la chispa divina y también, la acción generosamente deliberada de querer derramarla para que realice su propio destino. Dejas salir de ti, soltar, todo aquello que contenías latente, para que se realice en potencia. La reluciente chispa necesita imperiosamente emerger, ansía la vida para poder recorrerla y crecer.
Por tanto, "soltar" dejar surgir con la chispa de la creación a cada una de las múltiples manifestaciones en lo diverso con sus diferentes peculiaridades. Y ellas a su vez, cada una en su escenario particular, actúan hacia la evolución de su propio ser ideal, de su nota más refinada en consonancia con las demás notas naturales, conformando en su travesía una universal sinfonía del Universo.
Pues bien, aún nos falta dilucidar, porque al nombrarte, querido soltar, sentimos en nuestro interior, esa inmediata, generosa e incontenida libertad, felicidad sin peso, sinceramente y completamente insoslayable. Y lo comprendemos, simplemente, porque somos afín a tu propia esencia. Conectamos con ese instante de exhalar conteniendo el comienzo del sonido puro, original y con la intensidad de querer expulsar desde las entrañas más profundas de nuestro ser aún sin opuestos una chispa, en definitiva, al mismo Universo. Quizás somos unas de esas chispas de luz que al brotar de ti estamos impregnamos de tu aroma y por eso te reconocemos, como esas otras que se desplegaron en forma de estrellas también en busca de su singular y anhelada perfección ideal.
Para finalizar soltar, del mismo modo en que nos has sugerido dibujar estas imágenes escritas para enseñarnos tu propio ser, volando por el macrocosmos, sumergirnos en el microcosmos y mostrarnos cómo se diluyen sus límites en este viaje, nuestra voluntad nos incita a ansiar, como las mismísimas estrellas, crecer en lo posible hasta el infinito tanto extrínseca como intrínsecamente en esta vida para volver a ti y disolvernos en unión eterna.
MAF