Nosotros pensamos no solo con un lenguaje mental lleno de palabras, sino también y de un modo mucho más originario, con imágenes. Cuando hablamos con otras personas y nos cuentan algo sobre ellas o su entorno, si nos fijamos, vamos formando en nuestra mente figuras sobre ello. Incluso cuando oímos recitar un sublime poema o lo escribimos, nuestra alma se encoge y nuestra mente vuela con ella a otros mundos mucho más etéreos, imaginativos, incluso insólitos, porque no contienen materia ni las mismas reglas o tiempos de nuestro día a día.
Nos damos cuenta de que si bien por un lado, las palabras las transformamos en imágenes al pensar, también en sentido contrario, éstas nos ayudan a a comprender mejor ciertos pensamientos, algunos conceptos y sobre todo, a nuestro juicio, aquellos conceptos que son más abstractos como la vida, la muerte... Las imágenes en este sentido, nos abren un mundo de relevaciones que no está apresado en la contenida y pequeña forma de una palabra o su definición concreta. Y gracias a ello, precisamente, fluyen matices más ricos, más sutiles, que se entrelazan con los conocimientos que hemos adquirido, con nuestras experiencias vividas y muy posiblemente e íntimamente, con aquellos otros contenidos que quizás no recordamos en el estado de vigilia, pero que habitan en nosotros de forma muy poco consciente.
Este tipo de imágenes las podemos denominar “imágenes simbólicas”. Éstas rescatan a los conceptos abstractos de su encierro en el erigido edificio del lenguaje en cada momento histórico, de sus particulares signos y limitadas acepciones. Por contra ellas son símbolos vivos, animados y universales, que poseen el poder de trasmutar lo físico y tangible en algo más invisible, intuitivo o místico. Son un maravilloso puente entre el mundo conocido patente y lo desconocido latente en nosotros mismos.
Sri Ram lo sabe, nos lo enseña y a un tiempo, nos deleita con muchas de ellas a lo largo del discurso de su sabiduría en el libro “El interés Humano”. Es más, nos muestra y estimula a que viajemos con ellas para que acontezca en nuestro corazón y mente una apertura hacia lo que realmente es, nuestra parte espiritual. “Nuestro desarrollo depende por una parte, de aumentar las sutiles variantes de nuestros sentimientos y por la otra, de nuestra habilidad de construir nuevos tipos de formas en nuestras mentes, y en aprender el significado de forma, sonido y color, que en medios particulares son traducciones de sentimiento y pensamiento”1.
Seguimos su invitación de forma espontánea y desde nuestra imaginación más intuitiva nos sumergimos en las bellas imágenes que nos ofrece como estrellas, flores, lienzos, océanos… para visualizar cómo acontecen éstas en nuestro interior y descubrir los conceptos abstractos que emanan de ellas. Para ello, nos indica que “comencemos con simples senderos directos hacia el cielo de las ideas de Dios, que nacen de los reflejos aquí abajo de aquellas ideas que percibimos ser completamente bellas y celestiales en su naturaleza. Empecemos, por ejemplo, con las fragancias puras, como la de la rosa, la del jazmín y la del sándalo”2.
Con esto, según su guía, inspirados profundamente por la evocación mental de los aromas que desprenden el Sándalo, la Rosa y el Jazmín, ha surgido, con nuestro individual modo de sentir y pensar, este colorido y musical ramillete de aromáticas y frescas liras silvestres recién cortado, que se recogen delicadamente con un hilo conductor de contenido conceptual metafísico universal y se inhala naturalmente con el siguiente juego aproximado de aparición: "lo uno y lo múltiple en comunión", "el nacimiento", "la vida", "el cuerpo sin alma", "nutrirnos para crecer", "individualidad", "libertad absoluta", "objetivo celeste", "segundo nacimiento", "muerte", "el Devachán", "la reencarnación" y "fondo de silencio como conciencia interior sensitiva".
Esperamos que las fragancias de estas imágenes simbólicas queridas y absorbidas en esencia de la mano de Sri Ram os impregnen a cada uno de vosotros de la forma más bella y profunda posible.
MAF
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[1] Sri Ram “El interés Humano”, Teosófica, Rosario, 1424. Para citar pondremos el título y la página. El interés humano, 138.
[2] El interés humano, 136.